LEONARDO VALENCIA: "Sospecho que ya no pienso en función de un libro sino de un mundo de ficción"
Por Efraín Espinoza Falconí
Ibiza, España, 7 julio 2008
El libro flotante de Caytran Dölphin, del escritor ecuatoriano Leonardo Valencia (Guayaquil 1969) basado en la ficcional anécdota del lector (personaje) que busca en los fragmentos de un libro misterioso, dar cuenta de la dualidad geográfica y emocional de su original autor, quizá en busca de sí mismo, o en último, de él creador de este doble misterio. Es la ejecución de la trama de una novela sobre otra novela.
En el libro flotante de Caytran Dölphin todos los autores, personajes y lectores tienen la capacidad de mostrarse en medio de una trama de aparente misterio.
Pero esta capacidad de recrear una novela a través de la reconstrucción de los fragmentos rescatados del misterioso libro, se vuelve todavía más atrevida en el momento en que esta trama se cuelga en la red y pasa a convertirse en la historia de cualquier cibernauta con capacidad de involucrarse en rescatar el libro de aquel lago italiano, en el que junto a la orilla juega una niña, que a su vez es la determinación de la continuidad de la historia, pero que en el sentido metafórico, la niña se convierte en la personificación de la actitud creativa de la literatura.
Efectivamente, bajo la dirección de Eugenio Tisselli se ha diseñado la página: libroflotante.net, en la que es posible dar un vuelco interpretativo a los fragmentos de Caytran Dölphin, rescatados por ‘Ivan Romano’, el personaje que guía la novela del ecuatoriano, publicada por Editorial Funambulista.
La novela pasa a convertirse por su formato en la manifestación ciber del hombre actual y en su contenido la plasmación del interior desequilibrio y desarraigo humano, pero en el que a su vez, la esperanza, los sueños se aferran a una realidad completamente híbrida y a veces cruel, pero real y presente.
El libro flotante de Caytran Dölphin es la escritura genética en dónde el personaje: "Iván Romano" y su ficcional anécdota de introducción "de acabar su único libro: ‘Estuario’ arrojándolo al lago Albano en Italia" introduce a una misteriosa historia relacionada con la natal Guayaquil del autor, en la que todo sucede sin que el hilo conductor del texto sostenga implícita la veracidad de la historia para convertirse en la extensión subjetiva y particular del lector, que bien podría ser el mismo autor. Es entonces la plasmación del ser colectivo y la diversidad de un ser humano por demás actual, atravesado por sus distintas vivencias, emociones, idiosincrasia, culturas y en búsqueda permanente de su trascendencia.
A continuación, las opiniones de LEONARDO VALENCIA, en esta entrevista para Crónica Latina
PREGUNTA: Leonardo ¿Es verdad que nadie lanza nunca un libro al agua?, ¿Qué buen comienzo para una doble novela implícita?
RESPUESTA: Se puede lanzar un libro al agua, pero ocurre pocas veces. Debe haber algún mecanismo de respeto profundo por el que no se los lanza al agua. Hay una ironía en el tema de lanzar un libro al agua. De hecho, el narrador de la novela, Iván, sí lanza a las aguas del lago Albano un pequeño libro de fragmentos, titulado Estuario. Pero luego, arrepentido, lo rescata, y de allí nace su reflexión sobre el hecho de que nadie debería lanzar un libro agua. Lo habitual suele ser la destrucción del libro por el consumo del tiempo, o incluso a veces la quema de libros, pero lo menos frecuente es que alguien lance un libro al agua. A medida que se lee la novela se descubre que su transgresión va mucho más allá de pretender destruir Estuario. Quizá porque lo que más destruye un libro no es echarlo al agua o quemarlo, sino mal interpretar. Así nos encontramos que muchos libros, de los que suponemos que dicen algo o lo hacen de una cierta manera, al leerlo nos sorprende encontrar mucho más de lo que se decía de él. O encontrar otras cosas de las que nada se dijo.
PREGUNTA: ¿Cuál es la sensación que se siente al mirar tu idea colgada en la red, y sentir al mismo tiempo como el espacio ciber opera activamente sobe la original?
RESPUESTA: Es una satisfacción. Por una parte hay un temor obsesivo a perder el control sobre los derechos de la propia creación, temor que no comparto porque compartir contenidos y palabras es el mecanismo inherente a la literatura. Escribimos porque se está "re escribiendo" textos previos que, por algún motivo, nos resultan incompletos o son invisibles para nosotros mismos. Pero no hay que confundir las cosas. El mundo ficcional de la novela de Caytran Dölphin se modifica solo en la web, el libro impreso sigue siendo el mismo. Siempre he pensado que si algún día leo una novela perfecta que exprese todo lo que yo quisiera decir, ese día dejaría de escribir. Por suerte, no la he encontrado. Además, hay que tener presente la actitud del novelista. El novelista no juzga moralmente y para lograr esa distancia irónica deja entrar muchas voces e historias en sus novelas, para que ellas hablen por sí mismas. Me resultaba interesante permitir que también el lector entre en ese terreno, complementando la versión del protagonista narrador de la novela. Hace poco leí las palabras de Haruki Murakami en un cuento de Sauce ciego, mujer dormida, con las que coincido por completo y en las que dice que el oficio del novelista consiste en observar y observar y observar y postergar al máximo el juicio.
PREGUNTA: ¿Se ha creado un método, en vez de una trama?
RESPUESTA. Se han creado una trama y un método. O mejor dicho, una trama en la que es posible el método de http://www.libroflotante.net/. En la novela, se describe a Estuario con suficientes fisuras que hacen posible que siga creciendo. Por ejemplo, el narrador no da un número limitado de páginas para Estuario, dice que tiene más de cien, no cita los textos en orden, no da una fecha de publicación. Estos vacíos ficcionales abren otras posibilidades. Esta apertura ficcional me gustó siempre en la novela de Juan Montalvo, los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, donde Montalvo dice contarnos lo que no contó el autor del Quijote. Además, al juntar el libro impreso y la web en un proyecto conjunto se ha creado una tercera trama. En la novela impresa tenemos la trama contada por Iván Romano. En la web, las versiones de otros fragmentos apócrifos creados por los lectores. Y la tercera trama es la conexión de ambas. La ficción deja de estar sólo atada a un libro sino que está vinculada a un mundo ficcional que se abre a otros espacios. Esta ruptura me resultaba interesante. Es lo que intento también, en un plano sólo de impresión de libro, con los cuentos de La luna nómada. Me resistía a la idea de dejar cerrado un libro, de manera que en cada edición se incluyen más cuentos nómadas. Será mi único libro de cuentos.
PREGUNTA: ¿Cuáles fueron los planteamientos que expusiste en el primer Congreso Internacional de Escritores y Traductores Literarios, titulado Waltic: the value of words, que se celebró del 29 de junio al 2 de julio en Estocolmo?
RESPUESTA: El Congreso de Estocolmo trataba sobre el valor de las palabras desde distintas perspectivas. Una de ellas tenía que ver con la digitalización y las nuevas tecnologías. Hubo ponentes de primer nivel, como Jean-Claude Guédon, el poeta norteamericano Charles Berstein, o el colectivo italiano Wu Ming. Yo traté de explicar que considerar a internet sólo en términos de plataforma de gran difusión, o de simple descarga de textos, o de lectura de hipertexto, es no aprovechar al máximo sus posibilidades. Parte del reto para los escritores es implicarse en la naturaleza propia del medio y que la ficción explore y se vincule estrechamente a este nuevo medio. En el origen de mi novela, expliqué, estaba la experiencia lingüística de los migrantes volcados a los locutorios y usando internet. Internet es el gran puente verbal, donde poco a poco se incorporan las variaciones en el uso de las palabras de los emigrantes y sus nuevos vocabularios. En un momento de la mesa, Bernstein remarcó el papel que está teniendo internet para las comunidades de habla hispana, donde encuentra un espacio de flujo para su variedad lingüística, que no siempre tiene canales tan dinámicos a través de los medios editoriales convencionales. Sin embargo, debo aclarar que no creo en las posturas extremas de quienes desde el net art rechazan los libros así como de quienes rechazan internet por creerlo un espacio sin ningún valor literario. A ambos medios los miro más bien como una gran riqueza de diálogo. Me gustan los libros impresos así como el reto de internet. Otro punto que señalé es que la idea de la interacción apueste por seguir ofreciendo los contenidos de libros para que el lector pueda actuar con ellos, y que a su vez esta interacción pueda ser retomada por otros lectores también, en un proceso continuo.
PREGUNTA: La inmigración es un tema recurrente en las obras de Leonardo Valencia: La luna nómada, El desterrado y el mismo El libro flotante de Caytran Dölphin, esto es una muestra de tus inquietudes temáticas?
RESPUESTA: La inmigración es un aspecto de una realidad contemporánea que tiene que ver con algo más complejo: la sensación de movilidad continúa del ser humano, su fragilidad en el tiempo y en el espacio. Eso es palpable en los cuentos de La luna nómada. En El desterrado la forma de nomadismo, paradójicamente, es inmóvil. El protagonista, Orlando Dalbono, no se marcha de su país, incluso se queda siempre en su ciudad, Roma. Su exilio o destierro es interior. El alcance final de mi idea del nomadismo se aproxima a la condición humana de nuestra relación con el mundo. A esto se añade un aspecto extra literario que es reflejo de esa condición nómada: que yo, como ecuatoriano, con orígenes italianos, escriba sobre otro país distinto al de mi nacimiento. Este es uno de los temas de nuestro tiempo, la ruptura de esa relación unívoca del escritor con una sola tradición y con un solo escenario determinado por el lugar de nacimiento. El siglo XX abrió esa puerta para lanzarnos a nuevos territorios, ya no como una experiencia aislada, sino como un fenómeno colectivo de identidades en un intercambio acelerado. En este sentido, no me interesan las posturas nacionalistas ni los purismos. Y la inmigración es una realidad actual que somete a prueba esas posturas ideológicas que se asemejan a un pensamiento fundamentalista y que lo que reflejan es miedo e inseguridad ante los cambios.
PREGUNTA: Existen muchos escritores ecuatorianos y latinoamericanos viviendo y escribiendo en Europa, en tu opinión ¿Cuál es la temática preferida que muestran en sus obras? Y ¿Qué nexos adquieren con su realidad anterior inmediata y presente en su subjetividad?
RESPUESTA: No los he leído a todos, por lo que no me atrevería a hacer una generalización. En realidad, no pienso en una obra literaria en función del país de origen del autor. Me interesa el escritor como individuo. Mientras más auténtica es esta exploración, las resonancias sociales o temáticas se harán palpables con mayor sugerencia, de una manera indirecta, y sobre todo con gran talento literario. La obra de ecuatorianos que viven en el extranjero que mejor conozco son las novelas de Telmo Herrera y los cuentos de Iván Carrasco. Inevitablemente están marcados por el exilio y sus consecuencias. Herrera recupera e inventa el mundo que dejó atrás. Carrasco, en sus cuentos, explora más bien una relación con su presente desde una perspectiva de percepción de la realidad y los sueños. Además, hay nuevos escritores en Ecuador que, escribiendo en el país, plantean propuestas sugerentes conectadas con el resto del mundo. Ya no podemos hablar de literatura ecuatoriana con dos compartimentos estancos, dentro y fuera del país. Esa frontera se está superando.
PREGUNTA: ¿Cómo vives desde Europa el nuevo proceso social y político latinoamericano?
RESPUESTA: Siempre con curiosidad. Sigo la prensa de Ecuador y de algunos países de América Latina y converso con personas de distintos países. Lejos del tema literario, me interesan y me parecen necesarios muchos cambios que son urgentes en América Latina. Hay que subsanar muchas injusticias en el orden social. Mi reparo va por el lado de la demagogia política y verbal –pienso en Chávez, pienso en ciertas actitudes de Rafael Correa-, ciertas formas de oportunismo que se llenan la boca de la palabra "patria" o "identidad nacional" en vez de centrarse en los problemas concretos de la gente, en dar mejor educación y evitar la corrupción. En el ámbito literario, someter la literatura a que se convierta en una herramienta política es desvirtuarla. Cuando los escritores utilizan la literatura en términos políticos, siempre termina evidenciándose su agenda secreta o su falta de talento. Hace unos años, me resultó iluminador lo que decía el poeta sirio-libanés Adonis sobre las posturas que pretenden llevar la literatura al pueblo bajando su registro verbal para hacerla fácilmente comprensible o light, lo que reflejan es una actitud condescendiente hacia el lector. La literatura debería permitir elevar la conciencia del lenguaje. Debe ser exigente siempre. Y aquí curiosamente coinciden los políticos y los mercados editoriales respecto a la literatura: hacerla fácil, hacerla vendible y, luego, dejarla sin su fuerza característica.
PREGUNTA. Juan Gelman dijo: "¿Porqué a los poetas, a los escritores nos preguntan siempre sobre política de nuestros países, porqué a los políticos no les preguntan sobre literatura?, ¿Qué dirías tú?
RESPUESTA: Es previsible que a los políticos no se les pregunte sobre literatura, o que ellos no digan nada relevante al respecto. Los políticos necesitan dar una imagen de certeza, de contundencia, y la literatura siempre es una forma ambigua, en el sentido que nos quiere exponer lo humano en sus contradicciones, en su forma de ser. La política busca audiencia, votos, simplifica. La literatura busca la expresión individual, complica las cosas, rescata individuos. La transacción entre ambas siempre es difícil. Y cuando la literatura pretende ser política es cuando se vuelve de cartón piedra y se empobrece su estilo, o se encubre la falta de talento con una intención política que da réditos inmediatos, efectistas, pero luego se muestran sus grietas.
PREGUNTA. Podrías adelantar algo sobre futuros proyectos literarios, existe todavía algún personaje oculto, algún verso apócrifo, alguna musa, diosa o leyenda en una piedra, que una vez más nos vuelva a emocionar?
RESPUESTA: Este año saldrán dos libros nuevos. Una recopilación de ensayos titulada El síndrome de Falcón, donde se trata sobre literatura latinoamericana y ecuatoriana, junto con una serie de reflexiones sobre la escritura que he escrito a lo largo de los últimos diez años. El otro libro es una novela corta titulada Kazbek. Todavía debo seguir observando hacia dónde se dirige esta escritura que me ha llevado a un formato nuevo para mí. Sospecho que ya no pienso en función de un libro sino de un mundo de ficción. Pero es muy pronto para decirlo.
Por Efraín Espinoza Falconí
Ibiza, España, 7 julio 2008
El libro flotante de Caytran Dölphin, del escritor ecuatoriano Leonardo Valencia (Guayaquil 1969) basado en la ficcional anécdota del lector (personaje) que busca en los fragmentos de un libro misterioso, dar cuenta de la dualidad geográfica y emocional de su original autor, quizá en busca de sí mismo, o en último, de él creador de este doble misterio. Es la ejecución de la trama de una novela sobre otra novela.
En el libro flotante de Caytran Dölphin todos los autores, personajes y lectores tienen la capacidad de mostrarse en medio de una trama de aparente misterio.
Pero esta capacidad de recrear una novela a través de la reconstrucción de los fragmentos rescatados del misterioso libro, se vuelve todavía más atrevida en el momento en que esta trama se cuelga en la red y pasa a convertirse en la historia de cualquier cibernauta con capacidad de involucrarse en rescatar el libro de aquel lago italiano, en el que junto a la orilla juega una niña, que a su vez es la determinación de la continuidad de la historia, pero que en el sentido metafórico, la niña se convierte en la personificación de la actitud creativa de la literatura.
Efectivamente, bajo la dirección de Eugenio Tisselli se ha diseñado la página: libroflotante.net, en la que es posible dar un vuelco interpretativo a los fragmentos de Caytran Dölphin, rescatados por ‘Ivan Romano’, el personaje que guía la novela del ecuatoriano, publicada por Editorial Funambulista.
La novela pasa a convertirse por su formato en la manifestación ciber del hombre actual y en su contenido la plasmación del interior desequilibrio y desarraigo humano, pero en el que a su vez, la esperanza, los sueños se aferran a una realidad completamente híbrida y a veces cruel, pero real y presente.
El libro flotante de Caytran Dölphin es la escritura genética en dónde el personaje: "Iván Romano" y su ficcional anécdota de introducción "de acabar su único libro: ‘Estuario’ arrojándolo al lago Albano en Italia" introduce a una misteriosa historia relacionada con la natal Guayaquil del autor, en la que todo sucede sin que el hilo conductor del texto sostenga implícita la veracidad de la historia para convertirse en la extensión subjetiva y particular del lector, que bien podría ser el mismo autor. Es entonces la plasmación del ser colectivo y la diversidad de un ser humano por demás actual, atravesado por sus distintas vivencias, emociones, idiosincrasia, culturas y en búsqueda permanente de su trascendencia.
A continuación, las opiniones de LEONARDO VALENCIA, en esta entrevista para Crónica Latina
PREGUNTA: Leonardo ¿Es verdad que nadie lanza nunca un libro al agua?, ¿Qué buen comienzo para una doble novela implícita?
RESPUESTA: Se puede lanzar un libro al agua, pero ocurre pocas veces. Debe haber algún mecanismo de respeto profundo por el que no se los lanza al agua. Hay una ironía en el tema de lanzar un libro al agua. De hecho, el narrador de la novela, Iván, sí lanza a las aguas del lago Albano un pequeño libro de fragmentos, titulado Estuario. Pero luego, arrepentido, lo rescata, y de allí nace su reflexión sobre el hecho de que nadie debería lanzar un libro agua. Lo habitual suele ser la destrucción del libro por el consumo del tiempo, o incluso a veces la quema de libros, pero lo menos frecuente es que alguien lance un libro al agua. A medida que se lee la novela se descubre que su transgresión va mucho más allá de pretender destruir Estuario. Quizá porque lo que más destruye un libro no es echarlo al agua o quemarlo, sino mal interpretar. Así nos encontramos que muchos libros, de los que suponemos que dicen algo o lo hacen de una cierta manera, al leerlo nos sorprende encontrar mucho más de lo que se decía de él. O encontrar otras cosas de las que nada se dijo.
PREGUNTA: ¿Cuál es la sensación que se siente al mirar tu idea colgada en la red, y sentir al mismo tiempo como el espacio ciber opera activamente sobe la original?
RESPUESTA: Es una satisfacción. Por una parte hay un temor obsesivo a perder el control sobre los derechos de la propia creación, temor que no comparto porque compartir contenidos y palabras es el mecanismo inherente a la literatura. Escribimos porque se está "re escribiendo" textos previos que, por algún motivo, nos resultan incompletos o son invisibles para nosotros mismos. Pero no hay que confundir las cosas. El mundo ficcional de la novela de Caytran Dölphin se modifica solo en la web, el libro impreso sigue siendo el mismo. Siempre he pensado que si algún día leo una novela perfecta que exprese todo lo que yo quisiera decir, ese día dejaría de escribir. Por suerte, no la he encontrado. Además, hay que tener presente la actitud del novelista. El novelista no juzga moralmente y para lograr esa distancia irónica deja entrar muchas voces e historias en sus novelas, para que ellas hablen por sí mismas. Me resultaba interesante permitir que también el lector entre en ese terreno, complementando la versión del protagonista narrador de la novela. Hace poco leí las palabras de Haruki Murakami en un cuento de Sauce ciego, mujer dormida, con las que coincido por completo y en las que dice que el oficio del novelista consiste en observar y observar y observar y postergar al máximo el juicio.
PREGUNTA: ¿Se ha creado un método, en vez de una trama?
RESPUESTA. Se han creado una trama y un método. O mejor dicho, una trama en la que es posible el método de http://www.libroflotante.net/. En la novela, se describe a Estuario con suficientes fisuras que hacen posible que siga creciendo. Por ejemplo, el narrador no da un número limitado de páginas para Estuario, dice que tiene más de cien, no cita los textos en orden, no da una fecha de publicación. Estos vacíos ficcionales abren otras posibilidades. Esta apertura ficcional me gustó siempre en la novela de Juan Montalvo, los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, donde Montalvo dice contarnos lo que no contó el autor del Quijote. Además, al juntar el libro impreso y la web en un proyecto conjunto se ha creado una tercera trama. En la novela impresa tenemos la trama contada por Iván Romano. En la web, las versiones de otros fragmentos apócrifos creados por los lectores. Y la tercera trama es la conexión de ambas. La ficción deja de estar sólo atada a un libro sino que está vinculada a un mundo ficcional que se abre a otros espacios. Esta ruptura me resultaba interesante. Es lo que intento también, en un plano sólo de impresión de libro, con los cuentos de La luna nómada. Me resistía a la idea de dejar cerrado un libro, de manera que en cada edición se incluyen más cuentos nómadas. Será mi único libro de cuentos.
PREGUNTA: ¿Cuáles fueron los planteamientos que expusiste en el primer Congreso Internacional de Escritores y Traductores Literarios, titulado Waltic: the value of words, que se celebró del 29 de junio al 2 de julio en Estocolmo?
RESPUESTA: El Congreso de Estocolmo trataba sobre el valor de las palabras desde distintas perspectivas. Una de ellas tenía que ver con la digitalización y las nuevas tecnologías. Hubo ponentes de primer nivel, como Jean-Claude Guédon, el poeta norteamericano Charles Berstein, o el colectivo italiano Wu Ming. Yo traté de explicar que considerar a internet sólo en términos de plataforma de gran difusión, o de simple descarga de textos, o de lectura de hipertexto, es no aprovechar al máximo sus posibilidades. Parte del reto para los escritores es implicarse en la naturaleza propia del medio y que la ficción explore y se vincule estrechamente a este nuevo medio. En el origen de mi novela, expliqué, estaba la experiencia lingüística de los migrantes volcados a los locutorios y usando internet. Internet es el gran puente verbal, donde poco a poco se incorporan las variaciones en el uso de las palabras de los emigrantes y sus nuevos vocabularios. En un momento de la mesa, Bernstein remarcó el papel que está teniendo internet para las comunidades de habla hispana, donde encuentra un espacio de flujo para su variedad lingüística, que no siempre tiene canales tan dinámicos a través de los medios editoriales convencionales. Sin embargo, debo aclarar que no creo en las posturas extremas de quienes desde el net art rechazan los libros así como de quienes rechazan internet por creerlo un espacio sin ningún valor literario. A ambos medios los miro más bien como una gran riqueza de diálogo. Me gustan los libros impresos así como el reto de internet. Otro punto que señalé es que la idea de la interacción apueste por seguir ofreciendo los contenidos de libros para que el lector pueda actuar con ellos, y que a su vez esta interacción pueda ser retomada por otros lectores también, en un proceso continuo.
PREGUNTA: La inmigración es un tema recurrente en las obras de Leonardo Valencia: La luna nómada, El desterrado y el mismo El libro flotante de Caytran Dölphin, esto es una muestra de tus inquietudes temáticas?
RESPUESTA: La inmigración es un aspecto de una realidad contemporánea que tiene que ver con algo más complejo: la sensación de movilidad continúa del ser humano, su fragilidad en el tiempo y en el espacio. Eso es palpable en los cuentos de La luna nómada. En El desterrado la forma de nomadismo, paradójicamente, es inmóvil. El protagonista, Orlando Dalbono, no se marcha de su país, incluso se queda siempre en su ciudad, Roma. Su exilio o destierro es interior. El alcance final de mi idea del nomadismo se aproxima a la condición humana de nuestra relación con el mundo. A esto se añade un aspecto extra literario que es reflejo de esa condición nómada: que yo, como ecuatoriano, con orígenes italianos, escriba sobre otro país distinto al de mi nacimiento. Este es uno de los temas de nuestro tiempo, la ruptura de esa relación unívoca del escritor con una sola tradición y con un solo escenario determinado por el lugar de nacimiento. El siglo XX abrió esa puerta para lanzarnos a nuevos territorios, ya no como una experiencia aislada, sino como un fenómeno colectivo de identidades en un intercambio acelerado. En este sentido, no me interesan las posturas nacionalistas ni los purismos. Y la inmigración es una realidad actual que somete a prueba esas posturas ideológicas que se asemejan a un pensamiento fundamentalista y que lo que reflejan es miedo e inseguridad ante los cambios.
PREGUNTA: Existen muchos escritores ecuatorianos y latinoamericanos viviendo y escribiendo en Europa, en tu opinión ¿Cuál es la temática preferida que muestran en sus obras? Y ¿Qué nexos adquieren con su realidad anterior inmediata y presente en su subjetividad?
RESPUESTA: No los he leído a todos, por lo que no me atrevería a hacer una generalización. En realidad, no pienso en una obra literaria en función del país de origen del autor. Me interesa el escritor como individuo. Mientras más auténtica es esta exploración, las resonancias sociales o temáticas se harán palpables con mayor sugerencia, de una manera indirecta, y sobre todo con gran talento literario. La obra de ecuatorianos que viven en el extranjero que mejor conozco son las novelas de Telmo Herrera y los cuentos de Iván Carrasco. Inevitablemente están marcados por el exilio y sus consecuencias. Herrera recupera e inventa el mundo que dejó atrás. Carrasco, en sus cuentos, explora más bien una relación con su presente desde una perspectiva de percepción de la realidad y los sueños. Además, hay nuevos escritores en Ecuador que, escribiendo en el país, plantean propuestas sugerentes conectadas con el resto del mundo. Ya no podemos hablar de literatura ecuatoriana con dos compartimentos estancos, dentro y fuera del país. Esa frontera se está superando.
PREGUNTA: ¿Cómo vives desde Europa el nuevo proceso social y político latinoamericano?
RESPUESTA: Siempre con curiosidad. Sigo la prensa de Ecuador y de algunos países de América Latina y converso con personas de distintos países. Lejos del tema literario, me interesan y me parecen necesarios muchos cambios que son urgentes en América Latina. Hay que subsanar muchas injusticias en el orden social. Mi reparo va por el lado de la demagogia política y verbal –pienso en Chávez, pienso en ciertas actitudes de Rafael Correa-, ciertas formas de oportunismo que se llenan la boca de la palabra "patria" o "identidad nacional" en vez de centrarse en los problemas concretos de la gente, en dar mejor educación y evitar la corrupción. En el ámbito literario, someter la literatura a que se convierta en una herramienta política es desvirtuarla. Cuando los escritores utilizan la literatura en términos políticos, siempre termina evidenciándose su agenda secreta o su falta de talento. Hace unos años, me resultó iluminador lo que decía el poeta sirio-libanés Adonis sobre las posturas que pretenden llevar la literatura al pueblo bajando su registro verbal para hacerla fácilmente comprensible o light, lo que reflejan es una actitud condescendiente hacia el lector. La literatura debería permitir elevar la conciencia del lenguaje. Debe ser exigente siempre. Y aquí curiosamente coinciden los políticos y los mercados editoriales respecto a la literatura: hacerla fácil, hacerla vendible y, luego, dejarla sin su fuerza característica.
PREGUNTA. Juan Gelman dijo: "¿Porqué a los poetas, a los escritores nos preguntan siempre sobre política de nuestros países, porqué a los políticos no les preguntan sobre literatura?, ¿Qué dirías tú?
RESPUESTA: Es previsible que a los políticos no se les pregunte sobre literatura, o que ellos no digan nada relevante al respecto. Los políticos necesitan dar una imagen de certeza, de contundencia, y la literatura siempre es una forma ambigua, en el sentido que nos quiere exponer lo humano en sus contradicciones, en su forma de ser. La política busca audiencia, votos, simplifica. La literatura busca la expresión individual, complica las cosas, rescata individuos. La transacción entre ambas siempre es difícil. Y cuando la literatura pretende ser política es cuando se vuelve de cartón piedra y se empobrece su estilo, o se encubre la falta de talento con una intención política que da réditos inmediatos, efectistas, pero luego se muestran sus grietas.
PREGUNTA. Podrías adelantar algo sobre futuros proyectos literarios, existe todavía algún personaje oculto, algún verso apócrifo, alguna musa, diosa o leyenda en una piedra, que una vez más nos vuelva a emocionar?
RESPUESTA: Este año saldrán dos libros nuevos. Una recopilación de ensayos titulada El síndrome de Falcón, donde se trata sobre literatura latinoamericana y ecuatoriana, junto con una serie de reflexiones sobre la escritura que he escrito a lo largo de los últimos diez años. El otro libro es una novela corta titulada Kazbek. Todavía debo seguir observando hacia dónde se dirige esta escritura que me ha llevado a un formato nuevo para mí. Sospecho que ya no pienso en función de un libro sino de un mundo de ficción. Pero es muy pronto para decirlo.
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