sábado, 19 de julio de 2008

NUESTRO ÚNICO CANON ES ESCRIBIR CON IDENTIDAD

Entrevista a Diego Velasco Andrade
Por Efrain Espinoza Falconi
Ibiza 2.008

La de Diego Velasco Andrade (Quito, 1.958) es una pluma, una voz y una de las mayores quimeras de una nueva literatura ecuatoriana, al menos en su intento se planta el autor iconoclasta dispuesto a derribar los falsos iconos de una sociedad empobrecida pero aburguesada de aquel "paisito de mierda" en el que le tocó inventarse los sueños, pero en su trascendencia social, la obra y la trayectoria de Diego Velasco es la vital acción de una nueva corriente de escritores, él y otros más que quizá como nunca antes pudieron encontrar en la palabra y en la creación literaria algo más que un medio de expresión, la de dar cuenta de una producción de una identidad que antes ya fue perseguida por corrientes literarias, las más precedentes: la literatura de Ecuador de los años treinta y el movimiento tzántzico. Por esta particular seña, Diego Velasco también es un perfecto polemista, alguien que se implica.
Irreverente él y su "horda" creada a raíz de los talleres literarios de los 80 comienza a "grafitear" las pulcras páginas de la literatura ecuatoriana, pero claro está, la irreverencia es la marca que distingue a estos jóvenes y ahora no tan jóvenes escritores cuyo principal mérito ha sido sacudir la modorra oficialista de la literatura de la mitad del mundo.
Diego Velasco Andrade, narrador y poeta; obsesivo investigador de la poética ecuatoriana de fin de siglo XX en Ecuador y coordinador de los talleres de literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en Quito y a actualmente activador del movimiento literario ecuatoriano Demolición.
En esta entrevista nos acercamos a esa especie de ideario: DEMOLICIÓN, que sugiere marcar una tendencia, al menos una actitud literaria.

¿Qué te dejaron los 80, la generación a la que te perteneces?
Pertenecí en los 80 al taller de Miguel Donoso Pareja y fui activador de un Taller Literario: el Matapiojo, su misión utópica consistía en "socializar los medios de producción literaria", captar para el escritor las instancias de creación, difusión y consumo de la literatura. Era aquella época cuando la noción de literatura y acción política eran parte de un continum, su utópica función era ser el soporte de una actitud solidaria y optimista del creador. Luego, los escritores de mi generación, asistimos al ocaso de las grandes utopías; a la transfiguración de una poesía comunicante al escepticismo individualista y a una cómoda "teoría del desencanto" y del "desencuentro", usado por nuestros hermanos mayores: la generación del 70, como mensaje de autopromoción y de marketing personal. Y sin embargo quienes todavía no hemos claudicado aquí estamos, retomamos el "poder de lo irreverente" que nos legaran Rafael Larrea Insuasti y tantos otros, que fueron "vanguardia" en su tiempo y en eso perseveramos.

¿Qué supone el movimiento que tú y varios escritores ecuatorianos acaban de conformar?
Aportar a resolver la aparente contradicción entre literatura y "literaturas". La eterna lucha entre el "arte oficial" y arte "contracultural"; entre lo "moderno" y lo "tradicional"; entre en otras palabras: lo "culto" y lo "popular"; la permanente insurgencia y puesta en escena del imaginario popular en el mundo de las elites; nos interesa instaurar el concepto de transvanguardia literaria como estética y ética insurgente y válida en cada época y no solamente como una "tradición" congelada, que está sirviendo a algunos para inventarse un "canon" a su medida y conveniencia y encarcelarse en él, dizque con ánimos de proyectar su literatura a nivel internacional.

¿A qué tradición literaria te refieres?
A nuestra gran vanguardia narrativa y poética de los años 30, que es la única literatura ecuatoriana, que ha tenido impacto a nivel internacional y a la que se la quiere situar como tradición literaria inamovible; no como a una vanguardia histórica que tuvo una gran claridad social y política en su tiempo para proponer su obra y proyectarla y que más bien ahora es vista por algunos "escritores jóvenes", como un lastre; como una pesada carga, que solo se podría superar con el solo hecho de no inmiscuirse en política, ni hablar de "identidades" e ingenuamente dedicarse a "escribir bien" y de paso a autopromocionarse.

¿Demolición está conformado por quién o quiénes?
Por comunidades de escritores de diversas edades que no necesariamente buscan su motivo allende los mares, en lejanas y exóticas islas…, sino más bien en los mismísimos islotes urbanos contemporáneos; su escenario es en gran parte el espacio virtual, allí donde se pone en escena lo "mágico-social-cotidiano", tan oculto para el artista solitario, apolítico y pretendidamente "culto", que busca angustiosamente mercado para sus literaturas de autoayuda, nomadismo y fantásticos mundos, tan de venta en librerías de malls, supermercados y puestos de revistas en terminales terrestres y aeropuertos.

Pero en medio del "mundo global", qué sentido tiene hablar de "identidad", no parecería más bien el refugio de un minúsculo grupo de hippies rezagados de época, o prófugos del mundo light que ustedes desprecian y que se resisten a habitar en un mundo cada vez más competitivo; o es que no tienen la ambición de ser conocidos a nivel internacional como sucedió con nuestra generación indigenista y realista ?
Cuando en los años 30, los escritores ecuatorianos decidieron asumir ser "la voz del indio", del "cholo" y del montuvio, asumieron su cruzada con valor ; aunque lejanos a ellos, asumieron la realidad india con híbridos ojos de mishu ; la asumieron aunque impostando la voz, cuidándose no hablar con boca de patrón o de amanuense de hacienda, la impregnaron de un humanismo occidental, judeocristiano y obviamente marxista, -que al final fue casi lo mismo-, allí donde el hombre es siempre dueño de su razón y lógica antropocentrista; desde la perspectiva de un "hombre blanco" que se olvidó de dónde vino, a pesar de que su madre naturaleza nació hace mil de millones y él, como especie, apenas hace unos cientos de miles. Cuando cada vez nuevos y jóvenes artistas y escritores, asumen hoy una "literatura de identidades", no lo hacen como ayer desde una perspectiva política, ni "indigenista", ni pretendidamente "social"; lo hacen desde una necesidad básicamente vital, para asentar raíces, poder florecer y fructificar como cualquier árbol…En las nuevas generaciones de escritores, hallamos una gran diversidad y variedad de tonos y registros, pero una literatura humana y natural y tan paradójica en un mundo en "caos", en donde muchos pueblos en Ecuador y el mundo, buscan aferrarse a sus raíces con una nueva dimensión espiritual, o a manifestar su rechazo al sistema que heredaron de sus padres y/o abuelos, a través de una insurgencia cultural, social y política; la experiencia del movimiento rockero ecuatoriano, es un buen ejemplo de ello.

¿Qué opinión te merece la afirmación de Leonardo Valencia, cuando señala las limitaciones del escritor ecuatoriano afectado por el "síndrome de Falcón", aquel que aún carga la pesada cruz de su rol social y político; tendencia que según él, vuelve una y otra vez a re actualizarse en nuestro país?
Esas "peregrinas" teorías, -por aquello de que sirven a "escritores con afanes de peregrinaje"-, parten de experiencias singulares y muy personales, -respetables por subjetivas-, pero que no pueden ser extendidas "a conveniencia", a toda una generación de nuevos escritores que han surgido en estos últimos años y que en primer lugar, no buscan cortar, "ni reducir la cabeza", ni a su papá, ni a su abuelita (los tzántzicos); peor aún cargar la silla o el trono de nadie para poder escribir y proyectar su obra con oficio. Pero esas ideas no son las únicas que debemos confrontar, existen otras que pretenden construir un canon al uso exclusivo de un grupo o "País Secreto" (título "hurtado" al gran poeta Carrera Andrade, fundador del partido socialista ecuatoriano) y que resulta útil para quienes en su doméstica "fama", niegan la existencia de "las literatura de los pueblos y culturas del Ecuador", como nuestra verdadera y gran tradición literaria.

¿Pero cómo decir que nuestros pueblos tenían mitos, si sabemos que no conocían la escritura?
Pues sí, durante siglos nos han querido convencer que la única mitología digna de llamarse como tal era la griega; pues nuestra condición de país milenario y multicultural, nuestra condición de territorio equinoccial, con 10.000 años de civilización ecuatorial, por lo menos, nos obliga a estudiar y a re actualizar los meta relatos de nuestro mundo mágico y ancestral; nuestros mitos de origen, retorno, resistencia y sobretodo de "cambio de mundo", que han sido primero recopilados por antropólogos por vía oral y luego se han ido sistematizado con un nuevos estudios semióticos y simbólicos de las arqueologías de nuestras culturas primordiales.

¿Qué opinión tienes de los movimientos rockeros en Quito y sobre el alcance de sus luchas rituales que a veces son extrañas, cómo es que en su condición de "mestizos", pueden ellos también celebrar el Inty Raymi o autodenominarse "guerreros urbanos", "guerreros de la raza andina"?
Las razas no existen, las culturas sí, como construcciones vivas, a las que puedes integrarte o rehusar. Los jóvenes en especial de las ciudades andinas ecuatorianas, buscan otra vez esa trascendencia luminosa y también oscura de soles y lunas, de cascadas, de fuego y de montaña; de aire de viento y de seres imaginarios; buscan otra vez una "cosmovisión" y una poética escrita o cantada con el corazón guerrero, y quién sino los escritores góticos, hip hop y metaleros, que han surgido de las barriadas populares, para intuir esos "malestares de la cultura"; no así, los "escritores pop o marqueteros", siempre inquietos en la búsqueda de un prometeo blanco y barbudo que llegue a lanzarlos a la fama; en tanto sus lectores potenciales siguen atormentados a través de los medios, por catástrofes escatológicas, hecatombes climáticas, la pérdida de la capa de ozono y quizás hasta por la llegada del anticristo.

¿Del anticristo?
Sí, del anticristo porque si hay un hombre capaz de ganar cientos de dólares por segundo gracias a sus artificios informáticos, en un mundo en donde las tres cuartas partes de hombres, árboles y animales se mueren de sed ; si hay una nación que se solaza en vivo y en directo con las matanzas de niños en sus escuelas; si hay un grupo de empresarios de la guerra que pueden iniciar en cualquier parte del mundo, conflictos para agotar su stock de uranio radioactivo, entonces ¡ el anticristo por fin ha llegado ! a ponernos la marca de la bestia en la manos y en los bolsillos, con sus chips electrónicos y códigos de barras. (risas)

¿Cómo ves la situación del Ecuador contemporáneo?
En el Ecuador de hoy se están constituyendo nuevos paradigmas, nuevas propuestas, nuevas utopías y consideramos que los escritores ecuatorianos todavía no logramos captar esas "oscilaciones", esos sismos sociales y culturales en su real intensidad. Cuántos de nosotros estaríamos ahora interesados en aportar al proyecto de una sociedad, "multiétnica" y "pluricultural" como señala nuestra constitución; la sociedad comunitaria de un hombre planetario frente al siglo de defunción de la rosa, remitiéndonos otra vez a nuestro gran poeta, andino y planetario: Jorge Carrera Andrade. En el Ecuador continental, vivimos ahora en la época de la paradoja, la época de la insurgencia de las minorías que fueron siempre excluidas, en donde nuevas identidades religiosas, musicales, sexuales y hasta alguna que otras sectas políticas en extinción, pujan por sobrevivir; donde toda una generación hija de aquella que se organizó por embarcarse allende los mares en una balsa de pescar quisiera todavía desplegarse como sus padres, sin rumbo y sin brújula al vaivén de las corriente marinas; todo depende de lo que esta "nueva izquierda", haga en materia social, económica y sobretodo educativa y cultural. Vivimos a las puertas de una gran utopía ecuatoriana y americana que ojalá, no se nos vaya como muchas otras utopías a esfumar como el pan del pobre, en la puerta del horno.

¿Y en ese marco, cuál la misión del escritor, sino la de "escribir bien"?
Pues debe ser hoy, como ayer, la de desatar sinergias, interacciones, olas sismos de corta y larga duración, una suerte de "demoliciones" para el creador y para el lector; demostrar que la literatura no es asunto de pocos e iniciados y parafraseando a nuestro hermano y poeta Alfredo Pérez Bermúdez, que la literatura nos puede todavía ofrecer "la posibilidad de soñar por escrito".
Así, el oficio literario como único propósito devine una paradoja con la que se enfrenta nuestro ego de únicos y "plastificados"; donde nuestro convencional mito de iluminados y amantes de las musas se halla confrontado, porque la solitaria y convencional manera de entender el oficio, no fue sino el fruto artificial de una visión elitista y canónica de la literatura, que ya está superada por la propia realidad; ese es el contexto del escritor ecuatoriano actual, es un tiempo veloz, vertiginoso, caótico, virtual, donde se acabará pronto la noción de la literatura tal como ahora la entendemos y por lo tanto los seudo privilegios de escritor oficial y su pretendido e inalcanzable "canon", útil solo para él y su lambiscona corte.

¿Qué relación tiene con la identidad?
Paradójicamente, el abordar la relación identidad y literatura, encuentra una correspondencia en la diversidad y tradición andina y ecuatorial; con nuestros mitos y legados espirituales, en donde el todo, se encuentra en las partes y el microcosmos minimalista reproduce el macrocosmos global; y donde lo inmenso se reproduce de los pequeños seres que forman también parte de esa gran totalidad, de la que nos hablaran nuestras mejores tradiciones. Aún más valdría preguntar, si el término "escribir bien" tiene también que ver con el "buen vivir" y el "bien estar", el Sumak Kamaña que dirían los aymaras o el sumak kausai de los pueblos quichwas, para que los escritores pudieran recrear y alimentar con los pueblos del Ecuador nuevos mitos, génesis y cosmogonías; ayudar a delinear de dónde venimos y hacia dónde vamos, como sucedió siempre con las mejores literaturas de tradición.

Fotos:
1.- Diego Velasco en Brujas, Bégica 2006
2.- Diego Velasco y Efrain Espinoza, en Bélgica 2006
3.- El contenido de esta entrevista surgio en una conversación en Bélgica.

lunes, 7 de julio de 2008

El apócrifo libro flotante de Caytran Dölphin en la red

LEONARDO VALENCIA: "Sospecho que ya no pienso en función de un libro sino de un mundo de ficción"


Por Efraín Espinoza Falconí
Ibiza, España, 7 julio 2008



El libro flotante de Caytran Dölphin, del escritor ecuatoriano Leonardo Valencia (Guayaquil 1969) basado en la ficcional anécdota del lector (personaje) que busca en los fragmentos de un libro misterioso, dar cuenta de la dualidad geográfica y emocional de su original autor, quizá en busca de sí mismo, o en último, de él creador de este doble misterio. Es la ejecución de la trama de una novela sobre otra novela.
En el libro flotante de Caytran Dölphin todos los autores, personajes y lectores tienen la capacidad de mostrarse en medio de una trama de aparente misterio.
Pero esta capacidad de recrear una novela a través de la reconstrucción de los fragmentos rescatados del misterioso libro, se vuelve todavía más atrevida en el momento en que esta trama se cuelga en la red y pasa a convertirse en la historia de cualquier cibernauta con capacidad de involucrarse en rescatar el libro de aquel lago italiano, en el que junto a la orilla juega una niña, que a su vez es la determinación de la continuidad de la historia, pero que en el sentido metafórico, la niña se convierte en la personificación de la actitud creativa de la literatura.
Efectivamente, bajo la dirección de Eugenio Tisselli se ha diseñado la página: libroflotante.net, en la que es posible dar un vuelco interpretativo a los fragmentos de Caytran Dölphin, rescatados por ‘Ivan Romano’, el personaje que guía la novela del ecuatoriano, publicada por Editorial Funambulista.
La novela pasa a convertirse por su formato en la manifestación ciber del hombre actual y en su contenido la plasmación del interior desequilibrio y desarraigo humano, pero en el que a su vez, la esperanza, los sueños se aferran a una realidad completamente híbrida y a veces cruel, pero real y presente.
El libro flotante de Caytran Dölphin es la escritura genética en dónde el personaje: "Iván Romano" y su ficcional anécdota de introducción "de acabar su único libro: ‘Estuario’ arrojándolo al lago Albano en Italia" introduce a una misteriosa historia relacionada con la natal Guayaquil del autor, en la que todo sucede sin que el hilo conductor del texto sostenga implícita la veracidad de la historia para convertirse en la extensión subjetiva y particular del lector, que bien podría ser el mismo autor. Es entonces la plasmación del ser colectivo y la diversidad de un ser humano por demás actual, atravesado por sus distintas vivencias, emociones, idiosincrasia, culturas y en búsqueda permanente de su trascendencia.
A continuación, las opiniones de LEONARDO VALENCIA, en esta entrevista para Crónica Latina


PREGUNTA: Leonardo ¿Es verdad que nadie lanza nunca un libro al agua?, ¿Qué buen comienzo para una doble novela implícita?
RESPUESTA: Se puede lanzar un libro al agua, pero ocurre pocas veces. Debe haber algún mecanismo de respeto profundo por el que no se los lanza al agua. Hay una ironía en el tema de lanzar un libro al agua. De hecho, el narrador de la novela, Iván, sí lanza a las aguas del lago Albano un pequeño libro de fragmentos, titulado Estuario. Pero luego, arrepentido, lo rescata, y de allí nace su reflexión sobre el hecho de que nadie debería lanzar un libro agua. Lo habitual suele ser la destrucción del libro por el consumo del tiempo, o incluso a veces la quema de libros, pero lo menos frecuente es que alguien lance un libro al agua. A medida que se lee la novela se descubre que su transgresión va mucho más allá de pretender destruir Estuario. Quizá porque lo que más destruye un libro no es echarlo al agua o quemarlo, sino mal interpretar. Así nos encontramos que muchos libros, de los que suponemos que dicen algo o lo hacen de una cierta manera, al leerlo nos sorprende encontrar mucho más de lo que se decía de él. O encontrar otras cosas de las que nada se dijo.


PREGUNTA: ¿Cuál es la sensación que se siente al mirar tu idea colgada en la red, y sentir al mismo tiempo como el espacio ciber opera activamente sobe la original?
RESPUESTA: Es una satisfacción. Por una parte hay un temor obsesivo a perder el control sobre los derechos de la propia creación, temor que no comparto porque compartir contenidos y palabras es el mecanismo inherente a la literatura. Escribimos porque se está "re escribiendo" textos previos que, por algún motivo, nos resultan incompletos o son invisibles para nosotros mismos. Pero no hay que confundir las cosas. El mundo ficcional de la novela de Caytran Dölphin se modifica solo en la web, el libro impreso sigue siendo el mismo. Siempre he pensado que si algún día leo una novela perfecta que exprese todo lo que yo quisiera decir, ese día dejaría de escribir. Por suerte, no la he encontrado. Además, hay que tener presente la actitud del novelista. El novelista no juzga moralmente y para lograr esa distancia irónica deja entrar muchas voces e historias en sus novelas, para que ellas hablen por sí mismas. Me resultaba interesante permitir que también el lector entre en ese terreno, complementando la versión del protagonista narrador de la novela. Hace poco leí las palabras de Haruki Murakami en un cuento de Sauce ciego, mujer dormida, con las que coincido por completo y en las que dice que el oficio del novelista consiste en observar y observar y observar y postergar al máximo el juicio.


PREGUNTA: ¿Se ha creado un método, en vez de una trama?
RESPUESTA. Se han creado una trama y un método. O mejor dicho, una trama en la que es posible el método de http://www.libroflotante.net/. En la novela, se describe a Estuario con suficientes fisuras que hacen posible que siga creciendo. Por ejemplo, el narrador no da un número limitado de páginas para Estuario, dice que tiene más de cien, no cita los textos en orden, no da una fecha de publicación. Estos vacíos ficcionales abren otras posibilidades. Esta apertura ficcional me gustó siempre en la novela de Juan Montalvo, los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, donde Montalvo dice contarnos lo que no contó el autor del Quijote. Además, al juntar el libro impreso y la web en un proyecto conjunto se ha creado una tercera trama. En la novela impresa tenemos la trama contada por Iván Romano. En la web, las versiones de otros fragmentos apócrifos creados por los lectores. Y la tercera trama es la conexión de ambas. La ficción deja de estar sólo atada a un libro sino que está vinculada a un mundo ficcional que se abre a otros espacios. Esta ruptura me resultaba interesante. Es lo que intento también, en un plano sólo de impresión de libro, con los cuentos de La luna nómada. Me resistía a la idea de dejar cerrado un libro, de manera que en cada edición se incluyen más cuentos nómadas. Será mi único libro de cuentos.
PREGUNTA: ¿Cuáles fueron los planteamientos que expusiste en el primer Congreso Internacional de Escritores y Traductores Literarios, titulado Waltic: the value of words, que se celebró del 29 de junio al 2 de julio en Estocolmo?
RESPUESTA: El Congreso de Estocolmo trataba sobre el valor de las palabras desde distintas perspectivas. Una de ellas tenía que ver con la digitalización y las nuevas tecnologías. Hubo ponentes de primer nivel, como Jean-Claude Guédon, el poeta norteamericano Charles Berstein, o el colectivo italiano Wu Ming. Yo traté de explicar que considerar a internet sólo en términos de plataforma de gran difusión, o de simple descarga de textos, o de lectura de hipertexto, es no aprovechar al máximo sus posibilidades. Parte del reto para los escritores es implicarse en la naturaleza propia del medio y que la ficción explore y se vincule estrechamente a este nuevo medio. En el origen de mi novela, expliqué, estaba la experiencia lingüística de los migrantes volcados a los locutorios y usando internet. Internet es el gran puente verbal, donde poco a poco se incorporan las variaciones en el uso de las palabras de los emigrantes y sus nuevos vocabularios. En un momento de la mesa, Bernstein remarcó el papel que está teniendo internet para las comunidades de habla hispana, donde encuentra un espacio de flujo para su variedad lingüística, que no siempre tiene canales tan dinámicos a través de los medios editoriales convencionales. Sin embargo, debo aclarar que no creo en las posturas extremas de quienes desde el net art rechazan los libros así como de quienes rechazan internet por creerlo un espacio sin ningún valor literario. A ambos medios los miro más bien como una gran riqueza de diálogo. Me gustan los libros impresos así como el reto de internet. Otro punto que señalé es que la idea de la interacción apueste por seguir ofreciendo los contenidos de libros para que el lector pueda actuar con ellos, y que a su vez esta interacción pueda ser retomada por otros lectores también, en un proceso continuo.


PREGUNTA: La inmigración es un tema recurrente en las obras de Leonardo Valencia: La luna nómada, El desterrado y el mismo El libro flotante de Caytran Dölphin, esto es una muestra de tus inquietudes temáticas?
RESPUESTA: La inmigración es un aspecto de una realidad contemporánea que tiene que ver con algo más complejo: la sensación de movilidad continúa del ser humano, su fragilidad en el tiempo y en el espacio. Eso es palpable en los cuentos de La luna nómada. En El desterrado la forma de nomadismo, paradójicamente, es inmóvil. El protagonista, Orlando Dalbono, no se marcha de su país, incluso se queda siempre en su ciudad, Roma. Su exilio o destierro es interior. El alcance final de mi idea del nomadismo se aproxima a la condición humana de nuestra relación con el mundo. A esto se añade un aspecto extra literario que es reflejo de esa condición nómada: que yo, como ecuatoriano, con orígenes italianos, escriba sobre otro país distinto al de mi nacimiento. Este es uno de los temas de nuestro tiempo, la ruptura de esa relación unívoca del escritor con una sola tradición y con un solo escenario determinado por el lugar de nacimiento. El siglo XX abrió esa puerta para lanzarnos a nuevos territorios, ya no como una experiencia aislada, sino como un fenómeno colectivo de identidades en un intercambio acelerado. En este sentido, no me interesan las posturas nacionalistas ni los purismos. Y la inmigración es una realidad actual que somete a prueba esas posturas ideológicas que se asemejan a un pensamiento fundamentalista y que lo que reflejan es miedo e inseguridad ante los cambios.


PREGUNTA: Existen muchos escritores ecuatorianos y latinoamericanos viviendo y escribiendo en Europa, en tu opinión ¿Cuál es la temática preferida que muestran en sus obras? Y ¿Qué nexos adquieren con su realidad anterior inmediata y presente en su subjetividad?
RESPUESTA: No los he leído a todos, por lo que no me atrevería a hacer una generalización. En realidad, no pienso en una obra literaria en función del país de origen del autor. Me interesa el escritor como individuo. Mientras más auténtica es esta exploración, las resonancias sociales o temáticas se harán palpables con mayor sugerencia, de una manera indirecta, y sobre todo con gran talento literario. La obra de ecuatorianos que viven en el extranjero que mejor conozco son las novelas de Telmo Herrera y los cuentos de Iván Carrasco. Inevitablemente están marcados por el exilio y sus consecuencias. Herrera recupera e inventa el mundo que dejó atrás. Carrasco, en sus cuentos, explora más bien una relación con su presente desde una perspectiva de percepción de la realidad y los sueños. Además, hay nuevos escritores en Ecuador que, escribiendo en el país, plantean propuestas sugerentes conectadas con el resto del mundo. Ya no podemos hablar de literatura ecuatoriana con dos compartimentos estancos, dentro y fuera del país. Esa frontera se está superando.




PREGUNTA: ¿Cómo vives desde Europa el nuevo proceso social y político latinoamericano?
RESPUESTA: Siempre con curiosidad. Sigo la prensa de Ecuador y de algunos países de América Latina y converso con personas de distintos países. Lejos del tema literario, me interesan y me parecen necesarios muchos cambios que son urgentes en América Latina. Hay que subsanar muchas injusticias en el orden social. Mi reparo va por el lado de la demagogia política y verbal –pienso en Chávez, pienso en ciertas actitudes de Rafael Correa-, ciertas formas de oportunismo que se llenan la boca de la palabra "patria" o "identidad nacional" en vez de centrarse en los problemas concretos de la gente, en dar mejor educación y evitar la corrupción. En el ámbito literario, someter la literatura a que se convierta en una herramienta política es desvirtuarla. Cuando los escritores utilizan la literatura en términos políticos, siempre termina evidenciándose su agenda secreta o su falta de talento. Hace unos años, me resultó iluminador lo que decía el poeta sirio-libanés Adonis sobre las posturas que pretenden llevar la literatura al pueblo bajando su registro verbal para hacerla fácilmente comprensible o light, lo que reflejan es una actitud condescendiente hacia el lector. La literatura debería permitir elevar la conciencia del lenguaje. Debe ser exigente siempre. Y aquí curiosamente coinciden los políticos y los mercados editoriales respecto a la literatura: hacerla fácil, hacerla vendible y, luego, dejarla sin su fuerza característica.


PREGUNTA. Juan Gelman dijo: "¿Porqué a los poetas, a los escritores nos preguntan siempre sobre política de nuestros países, porqué a los políticos no les preguntan sobre literatura?, ¿Qué dirías tú?
RESPUESTA: Es previsible que a los políticos no se les pregunte sobre literatura, o que ellos no digan nada relevante al respecto. Los políticos necesitan dar una imagen de certeza, de contundencia, y la literatura siempre es una forma ambigua, en el sentido que nos quiere exponer lo humano en sus contradicciones, en su forma de ser. La política busca audiencia, votos, simplifica. La literatura busca la expresión individual, complica las cosas, rescata individuos. La transacción entre ambas siempre es difícil. Y cuando la literatura pretende ser política es cuando se vuelve de cartón piedra y se empobrece su estilo, o se encubre la falta de talento con una intención política que da réditos inmediatos, efectistas, pero luego se muestran sus grietas.


PREGUNTA. Podrías adelantar algo sobre futuros proyectos literarios, existe todavía algún personaje oculto, algún verso apócrifo, alguna musa, diosa o leyenda en una piedra, que una vez más nos vuelva a emocionar?
RESPUESTA: Este año saldrán dos libros nuevos. Una recopilación de ensayos titulada El síndrome de Falcón, donde se trata sobre literatura latinoamericana y ecuatoriana, junto con una serie de reflexiones sobre la escritura que he escrito a lo largo de los últimos diez años. El otro libro es una novela corta titulada Kazbek. Todavía debo seguir observando hacia dónde se dirige esta escritura que me ha llevado a un formato nuevo para mí. Sospecho que ya no pienso en función de un libro sino de un mundo de ficción. Pero es muy pronto para decirlo.