sábado, 3 de julio de 2010

Los, 21 poetas de Ecuador


Por Efrain Espinoza
Ibiza, 1 de julio de 2010

El libro, en la justificación de su contenido, según su compilador: Diego Velasco recoge la necesidad de expresar una ruptura y un despertar de una nueva actitud en la creación literaria, asumida por cada uno de los autores, (nuevos actores, en las esferas literarias) en el marco de un cambio sustantivo en la vida social y cultural de un país enquistado en la mitad del mundo, y con su imaginario colectivo mirando hacia un norte omnipresente.
Ecuador, el país del centro, en los años sesenta comienza (aunque tardíamente) a buscarse a sí mismo un imaginario, frente a la pasividad de una visión occidentalizada de crecer y entenderse. Es en aquellas esferas y periferias socio políticas, en las que la mayoría de los autores de esta colección nacen, aunque comienzan a producir su obra entrados los ochenta.
Época con pleno discurso y vigencia de la identidad ecuatoriana, ya que se comienza con la reconfiguración de sus imaginarios, los viejos paradigmas son derrocados, no por ebullición de una emergente sociedad que reclama a gritos protagonismo, o quien los derroca, sino más bien por corrosión de las viejas prácticas de dominio y sus estructuras mentales e institucionales, aunque también y tal como se evidenciaría posteriormente, con el surgir de nuevos actores sociales y políticos, acuñados por una realidad no entendida, actores a saber: los indios y su actualidad, que aportaron nuevos elementos para el actual dilema: ¿Qué es el ser ecuatoriano?.
El libro 21 Poetas Ecuatorianos en Fin de Siglo, además cuenta con un valioso esfuerzo de acercamiento desde Europa a la aportación estética ecuatoriana. Se trata del estudio del profesor de la UNED, Dr Gabriel Torres Chalk. Quien en su estudio encuentra en la producción poética presentada en esta obra elementos afines a la gran aportación pictórica del maestro Guayasamín, que sin dura retrata estéticamente a parte del sufrimiento de un pueblo, también la esperanza y la complejidad marcada por su propio condición. De esta manera, Torres Chalk titula a la presentación: "Las manos de la esperanza".
Su visión también se centra en la complejidad geográfica de montañas, erupciones muy afines también a una estética que podría dar cuenta de un carácter en permanente erupción.
De todas maneras, el esfuerzo editorial por juntar a los 21 poetas ecuatorianos en un libro y ofrecer una obra, es sin duda una propuesta demasiado arriesgada, y bastante arbitraria, ya que de ninguna manera podría esta compilación marcar barreras, límites o encuadres estéticos de la compleja y rica, o de las complejas y ricas vertientes estéticas ecuatoriales, que en su dimensión particular tienen que buscarse la identidad universal, y ese es el camino. Por lo tanto este libro es apenas una intención más que su verdadero propósito.

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