lunes, 28 de febrero de 2011
De: EL ARPA DEL CEIBO EN LLAMAS del manabita ANTONIO VIDAS
TUMBA DEL GRAN DÍA
Para ese verde quijote de la mancha manabita,
Hugo Mayo
quien desposó a la Lutona en las playas de Manta.
Tumba de mis días, ya siento tu losa pisarme los talones.
A tantas leguas de abeja tu dulzura. Oxigenas
al muerto con caídos crecimientos y flores agudas.
Ojerosa cal que ciegas precipicios que saltan de mis ojos,
tejes nudo de lluvia los dedos a que no vuelen.
¡Cómo que hoy es noviembre! Garrapatea la piedra en mi costado,
despioja en coma mis movimientos, en otros cráneos solitarios.
Veré el alba esconderse en mis ojos al cerrarse la losa del párpado,
sin oeste de sol, o este que tuve en clave de sol.
Veré mi contextura horizontal, caer el hueso nítido
en tu boca engrasada de ternura que me traga,
en tus intestinos matinales viajando a gatas;
cual moneda en tu panza de alcancía de mármol...
Tú, la glotona, la vomitadora del alma hacia el cielo,
la habladora todo el día en fechas mudas e iniciales,
y el ojo familiar del siglo que oye, al pasar el ramo...
Veré mis pies encabritados por delante de tus verjas,
la cabeza muda, arrastrar una multitud, con bridas y coronas.
Y estará alegre tu lapidario rabo al recibir mi bulto.
Día oeste que olfatea la paz
hundiendo el morro en calcáreas defunciones.
Alzas la oreja izquierda de tu cruz ante silentes maratones.
¡Cómo que hoy es domingo y no trabaja el párpado
en otras albas levantado!
Rudos óleos, misales rumiantes y cirios deslenguados rugen;
la campana que da una colleja al oído que está de espalda al rumor.
Perra tumba que vota espuma y arranca la cadena,
¡y persigue los muertos dando gritos por las calles!
¡Gusano!, es el alma que apesta y se sale por el ano,
es la horma de la vena que patea el pie seco de la sangre.
Es el corazón apeado del pecho hasta los talones,
que juega a buscar lombrices, almohadas de musgo impaciente.
¡Ah, esta tumba con pulgas y un moquillo torrencial!
Dado de palomas negras tirado al cielo,
a ganar el día perdido que nos resta de ahorradas mañanas,
¡y el ojo que trapecia enfrente numerosas trasparencias!
Y me sabrá a tierra mojada el sueño, el chillar de la hierba,
el desarrollo enano de los años que no han de crecer,
el pelo en prosa y las uñas largas en cortos gabinetes de mina,
allí donde la perra marmórea oculta su hueso y lo defiende,
y envenenada, le pega el invierno dos tiros secos de agua...
ANTONIO VIDAS, nace el 25 de abril de 1974,en Portoviejo, Manabí. El dibujo fue su primera inclinación artistica, aunque luego se decantó por la poesía oyendo los Chigualos; fábulas de abuelos y leyendas. Su principal inspiración surge con los versos de Michael Solar, con quien luego compartió aula en el colegio Olmedo (1991-1992). Antonio Vidas no ha ganado concursos, ni premios literarios, ya que su actitud se basó en la libertad de la creación, en el amor por la bohemia, que fue la actitud que finalmente encontró una vía de expresión en la poesía. Cursó estudios en la Universidad Técnica de Manabí, UTM, en Literatura y Castellano. Los poetas a quienes admira se nombran entre Hidrovo Velázquez, Peñaherrera, Chintolo, Ledesma, y como muchos otros ecuatorianos, los inicios con los Decapitados y su alta consideración por Dávila Andrade. Reside en Palma de Mallorca desde hace 8 años y asegura que en Ecuador verá la luz su primer poemario: "El arpa del ceibo en llamas"
viernes, 25 de febrero de 2011
DESDE OTRA ORILLA, un libro de poesía que se presenta en Palma de Mallorca
COMENTARIO DE LA PUBLICACIÓN DESDE OTRA ORILLA, POR: ANTONIO VIDAS
Tomado de: http://poemanabi.blogspot.com
Foto: George Perdomo y Estrella Celeste en la Biblioteca Babel, de Palma de Mallorca. Diciembre 2010
¿Qué de dónde vengo yo?, se pregunta uno de los ruiseñores desde la orilla de las cavilaciones, tan presente en Darío en eso de no saber “ni de dónde venimos, ni adónde vamos” porque George y Estrella son dos pájaros que emigraron a comienzos del fin del mundo, una soledad a dúo, presentes en las márgenes flotantes de esta isla: Mallorca.
Me llegó este precioso libro de manos de ellos, cuidadosamente elaborado desde los confines del alma, con un postmodernismo neo-barbado, a veces desbocado en sentimientos que no puede detener el ritmo interior ni la métrica enana, ni encerrarlo en un acento asonantado, gusto diseminado de sus autores. Entonces hablamos “DESDE OTRA ORILLA”, mitad George y Estrella.
George, es el ogro enamorado que habita entre nubes de nostalgia con sabor a cereza, contemplador del infinito del hombre entre que ”valiéndonos de hipnosis sueños/navegar en océanos de retorno”, defina a esos “tres tenores en cielos sempiternos” como la ópera universal de convivencia de amor, aunque a veces una negativa desdoble esos cimientos instintivos cuando “Pesa toneladas levantar la cabeza, /de Dios me sentía abandonado”, porque como el amor es pobre/el interés puede más”. Un juego humorístico y primaveral, es su campeonato con las flores cuando” las adelfas charlaban/con unas flores amigas,/mientras recogían las bolas/las laboriosas hormigas”, lo define como algo genuino, casi infantil, como sello único del poeta. Qué difícil es para el pensamiento, aquel que tiene talle de hebra, con toneladas de pesar, cuando desde los puertos de la frente no puede escapar porque: ”portó mucho equipaje”. Misterioso es a veces este bardo en la línea esotérica que ve su alma volver al cuerpo entre la comunión de Dios con el hombre, prepara para él los cantos y los designios. Siempre he confesado mi gusto por ese poema suyo llamado LOS VAGONES DE LOS RECUERDOS, versos que se descarrilan en un grito silencioso a los pies de sus cenizas, todo el viaje transitorio por este valle azul, pide a Dios, ”dote a mi corazón un manual de instrucciones”
Y ahora pasemos a conocer a Estrella, la dulce sargento de volcánico ceño, pero tan herida con un resquebrar de cañas en el alma, ella con nubes grises y un mes de marzo en Muisne” me quedé llorando, mi padre moría”, recuerda con ternura que” nací cuando el banano florecía”, parece que la voz mayor de un Carrera Andrade o un sentido Vallejo la contagió y la llevó a escribir este verso plantado frente a Muisne. Y digo la sargento con cariño, porque es de las voces que reclaman justicia por la patria maltratada por las siempre hienas y zopilotes, loros de academia, gobernantes que se lustran la lengua con mentiras , ella dice” Mi patria querida está en bancarrota/la desvalijaron rastreros gusanos”.
Estrella canta al mar desde la ventana del recuerdo, parece oír entre sus lágrima el Pacífico cuando evoca,
“Cómo olvidar tus rugidos/con la bóveda celeste/al vaivén de las olas/y la bondad de tu gente”. En Estrella siempre hay un deseo constante de volver a los orígenes que la cautivaron; precisa hablar del amor, la exaltación a la omnipresencia absoluta, a los valores humanos y las despedidas de las emociones.
Con ello digo que entre los Perdomo existe una influencia compartida y hermanada por los sentimientos ligados a la tierra y al ser humano, abasteciendo el corazón del lector de bellas sensaciones sensoriales y un relax; versos sencillos para llegar más pronto al entendimiento emocional del espíritu del hombre, hacen de este libro, no sólo un grito evocativo de distancia sino, un homenaje a voces de todas las soledades numerosas que hemos emigrado.
Ya lo hicimos
el año pasado en la sala del Instituto Ramon LLull para el mes de julio, y en la Biblioteca Babel de esta ciudad, en diciembre, orgnizado por el "Jeke", el poeta ecuatoriano y editor de Publisher Zero´s de Ibiza, Efraín Espinoza. Esperamos la presentación de este libro de los Perdomo desde la orilla del Instituto Ramón Llul para el 24 de marzo. Estaís todos cordialmente invitados. Y de paso también, estaremos para el 12 de marzo en Ibiza para el Encuentro Internacional. Desde ya, salud por este libro hermanos Perdomo.
jueves, 24 de febrero de 2011
El poemario EL ARPA DEL CEIBO EN LLAMAS, de Antonio Vidas
El arpa del ceibo en llamas (Marfuz ediciones, 2010) de Antonio Vidas, es un tributo a la patria físicamente ausente, donde los núcleos: familiares, amistosos, heroicos e influyentes, son una reafirmación de pertenencia, constantemente retratados. Poemario que se torna en una radiografía emotiva que expone en sus capítulos el sentir de una voz poética que a partir de su condición migratoria se reafirma en la simbología y ritualidad de su identidad.
Para el escritor Juan Secaira: “El arpa del ceibo en llamas plantea el recorrido por varios momentos —de añoranza, de ira, de rebeldía, de tristeza y de dolor—, que componen una vida, incluyendo la muerte y su irremediable llegada, por medio de constantes referencias a Dios y a su parafernalia, así como a elementos de la naturaleza, pero con la convicción de que el único milagro es el de la poesía.
Escrito desde las entrañas, o mejor dicho desde sus raíces, geográficas e íntimas, el poeta experimenta un vínculo con su entorno que no tiene nada que ver con posturas cínicas, mediáticas o falsamente vanguardistas. Versos de largo aliento, con una particular concepción de la metáfora, integran este libro, personalísimo y contundente.
Bien dice el yo poético: “Mientras llego, no me escribas; ya he talado mis manos…”.
Se trata de un autor alejado de la formalidad poética que solemos encontrar, es un poeta a su manera (Hugo Mayo tal vez lo hubiera apretado en un abrazo de hermanos distanciados en tiempo, como un abuelo frente a su nieto predilecto). Su biografía lo deja claro:
“Soy Antonio Vidas (Antonio García Vinces) de las soledades que emigraron a este mundo. Nací en la primavera de Santa Ana (abril 25 de 1974) a orillas del río Portoviejo en un pueblito con torres de naranjo y verdes golondrinas. Mi niñez es un sombrero y un machete al aire, leyendas de los abuelos, viejos pasillos de cantina, de guitarras y afectos silvestres. Mis dibujos son tiza de carbón en una pared de la escuela Ángel Arteaga, pero me tentó más la bohemia de la poesía. No tengo grupo, ni generación, ni penachos de oro en mi cabeza; a caballo lento he sido de los que van en busca del horizonte como un viento libre y salvaje que se amamantó solo del paisaje y de las lecturas antiguas, oyendo, monte adentro, los amorfinos de la tarde. Pero mi juventud es de una banca del colegio Olmedo, de los parques y las catedrales de Portoviejo; estudiante a corto plazo en Literatura y Castellano, fugitivo sediento de libertad y de descontento con el medio. No tengo oficios terrestres: he sido como los hijos del pueblo, albañil de sueños, pintor de crepúsculos, payés del verso, asesino de mosquitos, ladrón de amores.
Amo la poesía de Horacio padre e hijo, la de Ledesma y Chintolo, y ese hastío enyesado de los decapitados; la luminosidad de Dávila Andrade.
Resido en España, en un lugar del mediterráneo. Soy, de las soledades que emigraron. Soy de Manabí, ¡carajo!.
Por eso con mucho acierto, el poeta Freddy Ayala, sostiene que: “Con mucho coraje Antonio Vidas retrocede a los escenarios de su pasado, viéndose a sí mismo en los demás, latente como un habitante más de la nostalgia, la palabra reemplaza a los ausentes de su memoria, exiliado ya en el olvido, sin aquellas voces que lo reclamen a sus orígenes, enfrentándose a sus antiguos quebrantos, pero su condición humana le permite alternar su existencia con otros semejantes. En esta obra transita la tierra de sus antepasados, Manabí, y la de su país equinoccial; Ecuador.”
miércoles, 23 de febrero de 2011
DELIA RENGIFO QUERÍA OIR EL DIÁLOGO SECRETO ENTRE LA TIERRA Y EL AGUA
YO SOY ARBOL
Yo soy árbol
y tuve que decirle a las hojas
que hicieran silencio
y no se distrajeran con el viento
porque quería oír
el diálogo secreto
entre la tierra y el agua.
Yo vivo bajo el sol
y suelo dormir bajo la luna
y me arrullan las luciérnagas
de una estación imaginaria.
Las estrellas deambulan
en complicidad con el cosmos
porque quieren arrebatarme
los misterios de mi existencia.
Mis pasos están hechos de tiempo y para no vivir en absoluta soledad
me enredo a la savia de otro árbol y vivo la vida intensamente.
Salí a buscar un crepúsculo
para contarle que el hombre
va enterrando sus recuerdos
en cada uno de mis ramajes.
El bosque tiene espejos de agua donde voy buscándome
en cada nube que guarda la memoria.
Yo guardo la historia de los pueblos, los misterios del bosque, y los ritos, y los mitos.
He visto transformar mi corteza en naves para la paz
en naves para la guerra y en silentes maderos
para crucificar al hijo de Dios.
Yo soy el árbol
soy el pulmón de la tierra
soy la casa de las aves
soy el templo de los dioses
soy medicina para el hombre
soy medicina para el alma
soy la vida
soy la muerte
soy artista
soy artesano
soy escultura.
LAS MANOS DEL TIEMPO, poemario de Delia Rengifo
POLVO DEL CAMINO
Soy de barro, fui tejida con hilos de arena
que transportó la brisa del desierto más allá de la noche,
por eso, llevo en mi memoria el signo eterno de la tierra.
Tengo la piel hecha de fuego,
con vetas de silencio, luna y leños de madera,
que la noche azul fue incrustando en mis costados,
por eso, llevo los restos de una llama en cada una de mis manos.
Tengo el alma hecha de agua,
que se desliza entre el silencio de las piedras,
transportando sueños, utopías, soledades y esperanzas,
por eso, voy como los ríos,
buscando caminos que conducen a la mar.
Soy hija del campo,
ausencia, soledad silvestre,
y estrella fugaz de la ciudad.
Soy la permanencia de la tierra,
soy de barro,
y el día del olvido
volveré a la arena del desierto
y seré por siempre polvo del camino.
domingo, 20 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
“En el próximo mundo” un libro de poemas de Mario Campaña se publica en Barcelona
La editorial Candaya de Barcelona, acaba de publicar el libro de poemas En el próximo mundo, del escritor y traductor ecuatoriano Mario Campaña.
Mario Campaña nace en Guayaquil, Ecuador, en 1959, y reside en Barcelona desde 1992. Ha vivido también en México, Glasgow y París. Junto con “Aires de Ellicott City”, este nuevo poemario es el segundo reto editorial entre el poeta y Candaya.
Mario Campaña ha publicado cuatro libros de poesía: Cuadernos de Godric (Premio Nacional de Poesía de Ecuador, 1988), Días largos (1996), Días largos y otros poemas (2002) y El olvido de la poesía se paga (2002).
Es autor de las biografías literarias Francisco de Quevedo, el hechizo del mundo, (Omega, 2003) y Baudelaire. Juego sin triunfos (Random House Mondadori, 2006); ha traducido Una Tumba para Anatole, de Stéphan Mallarmé y es responsable de cuatro antologías: Poesía modernista ecuatoriana (1999), Así en la tierra como en los sueños (1991), Visiones de lo real en la poesía hispanoamericana (DVD, 2001), En el sueño de Chagall faltan palabras. Antología de poetas hispanoamericanas contemporáneas (Bruguera, 2007). Colabora en revistas y suplementos literarios de Ecuador, Venezuela, México, Argentina, Estados Unidos, Francia y España. Dirige la revista de cultura latinoamericana Guaraguao
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